Cuando era algo menos que un
adolescente era fácil identificar a los pubertos integrados de los que habla Umberto Eco. Era simple, le iban al América, a los Lakers, al Real Madrid y
comían ansias para votar por el PRI un domingo saliendo de misa. La fractura del
poder en los ochenta volvió todo más complicado. Con frecuencia los más
apocalípticos son ahora los más integrados. Por ejemplo muchas de las columnas
de la izquierda más admiradora de Hugo Chávez se escriben desde la mullidez de
un sofá, una subvención estatal y la tranquilidad de una taza de café orgánico.
Sí, a Chávez, un militar golpista que
cambia la constitución para reelegirse eternamente y gobierna desde una capital
extranjera. Si Peña Nieto hubiera intentado
algo así no estoy seguro de que le aplaudirían tanto. Solo se puede defender a Chávez
porque no se vivió bajo Chávez.
Y es que si bien el chavismo ha
tenido algunos puntos a su favor, está muy lejos de las locuras que se tuitean
desde la nevería Roxy. Que invirtió más
del 4% del PIB en salud eso nadie se lo quita. Aunque el cachorro del imperio
de Calderón llegó al 6.5 %. Como la
lectura nos hará revolucionarios (sobre todo leyendo a Walter Riso) alcanzó el
loable 96% de alfabetismo entre mayores de 15 años de edad, la misma que tiene México
desde hace tres décadas. Y de verdad que no está mal, porque de hecho estaban
peor. El desempleo es de solo 8%, por el cual España mandaría sin dudarlo galeones
cañoneros si no los hubieran vendido ya en e-bay para pagar sus deudas. Aunque
Holanda tiene 5.1. Pero bueno, Holanda es Holanda, no como México que tiene
…5.1 también. La ciencia y la tecnología de básicamente cero inversión, tiene
ahora el 2.4% del PIB. Insisto, tampoco hay que minimizar estos logros, solo
ponerlos en su justa medida. La parte mala es la que también hay que revisar.
La
economía venezolana fue desmantelada casi en su totalidad y ahora sus ingresos
fiscales son de casi 95% del petróleo.
Claro que hay que reconocer que hay más igualdad; sí, ahora hay más venezolanos bolivarianamente
desnutridos. La inflación alimentaria es la más alta de América Latina con más
del 20%, más de tres veces la de Brasil y más de cuatro la de México. Importan
casi la totalidad de los alimentos, especialmente de los maléficos Colombia y Estados
Unidos, este último su comprador más importante de petróleo.
Y lo que les
espera.
Con una devaluación reciente del
40% de un jalón su futuro no está chévere. Si lo mismo ocurriera por acá, significaría
que con los 20 pesitos que compró ayer su revolucionario café del Jarocho,
bolivariano lector, hoy solo bebería poco más de la mitad. Su inflación general
(la de Venezuela, no la suya) es del 20% anual, la más alta del continente. Si
esto ocurriera en el sexenio de Peña,
significaría que usted revolucionario lector que gana 10 mil pesos
mensuales, en el último año del peñismo le estaría pagando 2 mil pesos a su patrón porque lo deje
trabajar. Uno se pregunta qué le hicieron al dinero si llegaron a recibir como
ingresos petroleros anuales el equivalente a la totalidad del PIB de México y ahora tienen un déficit fiscal de 15%. (el de
México es cercano al 4% y el de USA de 9%). La respuesta es simple, lo
regalaron. Nicaragua, Ecuador, Bolivia, Cuba recibían trasferencia de petróleo y dinero. ¿O porqué creen que lloraba el presidente de Ecuador en los funerales? Venezuela se convirtió de sopetón en cliente frecuente del armamento más caro
ruso. La operación más importante de la industria militar española adivinen con quién fue. Claro, Venezuela, por 1300 millones de euros. Todo pagado con buena parte de la producción petrolera vendida a futuro a China cobrando
por adelantado, dinero que ya no tienen. Pasaron de ser el tercer productor
mundial de petróleo al lugar 12, con todo y que cuentan con las reservas
probadas más altas de su historia.
En ese contexto, no es de extrañar que la honestidad no estuviera de moda.
El índice de corrupción de
Transparencia Internacional ubica a Venezuela como uno de los países más
corruptos en el lugar 72. México está en el 38. La tasa de homicidios por cada
cien mil habitantes pasó de cerca de 10 en los años ochenta a la actual de 73.
Colombia tiene 31 y México 24. La opinocracia seguro (ajá) les dirá, los
muertos de Chávez. O tal vez no, porque su estatura moral lo blinda de esos
espurios ataques. Después de todo es el hijo humilde de dos maestros de
primaria que llegó a vender fruta por la calle, alegre, como el Jibarito,
cantando ya rumbo al mercado va. Por eso, en un acto de congruencia, una de las
frases preferidas del presidente comandante fue “Ser rico es malo.”Tan malo que
en 2010 le calcularon a su familia solo 535 millones de dólares. 140 de los
mismos en bancos de (adivinen), el imperio del mal, Estados Unidos. Tan solo su
hermano tiene cuentas bancarias calculadas en casi 91 millones de dolarucos. Más
de 45 mil hectáreas en el estado de Barinas, cinco residencias de verano y
autos de lujo y decenas de fotos de sus familiares en lugares de sano
esparcimiento en (adivinen de nuevo), el imperio del mal. Su hija tiene más
fotos circulando por la red en conciertos de Madona (conocida intelectual
marxista) que con su padre agonizante. Ni Romero Deschamps.
Así que, ni modo, Hugo Chávez se parece más a Arturo Montiel que
a Simón Bolivar.
Si usted, díscolo lector, es
Romero Deschamps, deje de llorar. La envidia no es buena. Si usted cautiva
lectora, es la maestra, siga llorando
por favor. Y si acaso es usted miembro de la izquierda progresista, aguántese, auméntele el brillo a su IPad
Retina y pídale más café orgánico de
comercio justo a su sirvienta indígena. Y recuerde, luche, luche y no deje de
luchar. Si Chávez pudo, ¿por qué usted no?