Thursday, June 13, 2013

Al César


Obama tiene razón. No se puede tener  seguridad sin perder grados de libertad. La homogeneidad social, que es rete segura, es también una aspiración del fascismo, sea de izquierda o derecha o new age. Por eso los norteamericanos, al menos los fundadores, prefirieron la libertad. Porque venían huyendo de la persecución de la homogeneidad, a la que no le gustaba lo que pensaban ni en lo que creían. Incluyendo la propia libertad. Eso es algo que la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, no tiene claro cuando dice que no es nada terrible su participación en un evento religioso declarando la entrega de su ciudad a Jesucristo. No se da cuenta que, como se dice,  se está dando un tiro en el pié (la alcaldesa, no Jesucristo). Ni los creacionistas norteamericanos han sido tan ingenuos. El creacionismo es una posición religiosa de la naturaleza que niega algunos fenómenos naturales, particularmente la evolución.

Una de las estrategias de los creacionistas norteamericanos ha sido generar una imagen similar a la de una teoría científica, incluyendo un leguaje parecido, la contratación de expertos en el campo, edición de libros y revistas especializadas e inclusive la fundación de centros de investigación y hasta museos de historia natural donde dinosaurios conviven con Adán y Eva. Sin embargo el creacionismo sigue siendo un punto de vista religioso sobre la naturaleza; entonces por qué intentar que parezca algo distinto. ¿Por qué no decir simplemente que es una perspectiva religiosa? Si los creacionistas aceptaran que su propuesta es religiosa sería muy difícil que se admita su enseñanza en las escuelas de un país que históricamente ha sostenido la libertad de creencia como un derecho de todo ser humano. La primera crítica al respecto sería, por qué enseñar esa religión en particular y no otra, por qué no enseñar todas las perspectivas religiosas sobre la naturaleza. La idea misma de enseñar una sola religión en las escuelas es contraria a la libertad de creencia que los propios creacionistas invocan como uno de sus derechos. Lo mismo le ha pasado a la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes. Sus actos tal vez no ofendan a los budistas y judíos; tal vez tengan toda la buena y piadosa intensión del mundo, sin embargo son una imposición al asumirse la representación de la otredad y por lo tanto absolutamente contrarios al libre albedrío, curiosamente, uno de los ejes del pensamiento cristiano. Son, antes que piadosos, contrarios a la libertad de creencia. Y es, además, el germen del tipo de persecuciones que los propios católicos mexicanos han sufrido (con Garrido Canabal, por ejemplo) y han practicado, con protestantes, evangélicos, gays, ateos y cualquiera que no parezca muy guadalupano.

Sus actos, además (de la alcaldesa, no de los protestantes evangélicos gays ateos), son contrarios a las funciones para las que fue contratada. Quizá usted, judío y regiomontano lector, con toda razón puede estar molesto porque la alcaldesa dedique su tiempo (aún en sábado; especialmente en sábado) a representarlo ante Jesús, sin consultarlo (ni a usted ni a Jesús). En muchas comunidades evangélicas y protestantes los pastores y pastoras son elegidos y contratados (y pagados) por la propia feligresía. ¿Qué sucedería si un pastor se dedicara a otras cosas, por decir, a promover a un partido político? Por supuesto que el dinero no es lo importante en este caso, así que seguramente la alcaldesa planeaba pasarle el salario que está devengando a Jesucristo, quien seguramente con algo de güeva por la incapacidad humana para aprender, le aplicaría la misma que en Lucas 20:25. ¿Qué parte de mi reino no es de este mundo es la que no entiendes hija…?

Pero también, el evento al que asistió (la alcaldesa; de Jesús hay dudas justificadas sobre su asistencia), hay que decirlo, era de índole Pentecostal. Contrario a lo que cree el intelectualmente pauperizado imaginario mediático e intelectual  de México, el cristianismo no católico mexicano es diverso no solo religiosamente, sino políticamente. Los protestantes mexicanos han sido históricamente liberales, demócratas y bastante cargados a la izquierda. El rechazo al alcohol y tabaco así como el énfasis en el trabajo individual hicieron que los liberales del siglo XIX los apoyaran como una manera de disminuir el poder de la Iglesia Católica a quien consideraban desleal a México. Fundamentales en los movimientos campesinos  y obreros, pero sobre todo en la defensa del estado laico, su relación con el gobierno mexicano ha tenido momentos poco cordiales.

En el caso de la educación laica fueron frecuentes los enfrentamientos durante el porfiriato con el grupo de los positivistas quienes pugnaban por un liberalismo que llamaban conservador y que en opinión de los educadores liberales protestantes pugnaba por mantener los privilegios y fomentaba una sociedad paternalista. No deja de ser curioso que en cierto momento los protestantes, religiosos al fin y al cabo, resultaran más liberales que los propios educadores de un estado que se consideraba surgido de la Guerra de Reforma, como lo era el régimen de Porfirio Díaz. Pero las cosas han cambiado. Los recientes movimientos pentecostales (incluyendo los católicos) son mucho más cercanos a las posiciones de la derecha conservadora y religiosa. De ahí que representantes de estos nuevos movimientos religiosos encontraran en un sector del panismo a un aliado natural, algo impensable para bautistas, presbiterianos y metodistas, que tenían su celebración pública más importante el natalicio del, tan magullado en estos días,  Benito Juárez. Rosi Orozco, es un buen ejemplo.

Así las cosas, es probable que si la señora alcaldesa Margarita Arellanes hubiera tenido estos datos tal vez habría sido más cuidadosa en sus formas y lenguaje. Aunque no se preocupe, hereje lector,  nos aclaró en reciente entrevista que se las entregaba (las llaves), pero solo simbólicamente, por si alguien llegó a pensar que Jesucristo bajó de los cielos por ellas (las llaves).

En un asombroso acto de optimismo, este poco piadoso bloguero, espera que casos como este no se repitan y no surja una oleada de munícipes,  gobernadores y entrenadores de  selecciones nacionales que deleguen sus cargos no solo a Jesús, sino a Buda, a Ganesh y Thor ante la falta de resultados. Ahora que si así se van a poner,  a mi me gustaría, por ejemplo, que Miguel Ángel Mancera considerara entregar la Ciudad de México a Chuk Norris. Sobre todo en estos días y a pesar de que no soy devoto de él (de Norris, por supuesto).




Nuevos refuerzos para la Fuerza Civil de Monterrey, propuestos por Margarita Arellanes.