El amor lo puede todo, lo da todo, escribió alguna vez Pablo. Poder es de hecho el apócope de poder hacer. Y el amor puede por varias razones, demasiadas y complejas, pero en este momento lo acoto al poder que tienen los amorosos sobre el otro El amor es poder porque el amoroso, que no el amante, sede parte de si, de su voluntad a quien ama, confiando hasta la vida misma. El sexo que es con frecuencia (no tanta como se supone) el vínculo de los amantes, por supuesto es también poder. El que lo detenta es aquel que es más deseado, el que lo otorga es el que desea. Pero hay poder mucho más allá de las distintas formas amorosas. La fuerza física es poder evidentemente, el dinero es poder, el deseo en general es poder. La información es poder porque permite tomar decisiones y en ese sentido la confianza es la base de ese poder, Si no es confiable, el error siempre posible resulta inevitable. En la política, incluyendo la guerra y la diplomacia, se han usado todas estas formas de poder y claro, sus contrapartes como el odio, la aversión, la debilidad , la miseria y la incertidumbre. Por lo tanto, el poder es siempre, como los osos blancos, polar. Como debo regresar a trabajar y es víspera de Noche Buena, omito los ejemplos históricos. Usted confíe. Por esto (por la información, no por los osos) resulta tan raro el escándalo de wikileaks. La información que hasta el momento ha descubierto es todo menos un descubrimiento. Por ejemplo en el caso de México nos cuenta que en los pasados tiempos electorales Felipe Calderón pensaba que López Obrador había sido financiado por Venezuela, y que López Obrador pensaba que había un complot en su contra. ¿Qué se puede concluir? Que los señores embajadores tienen la sana costumbre de hojear los periódicos locales. Si usted, plenipotenciario lector, hubiera tomado el Reforma, Proceso, La Jornada y la Crónica de aquellas fechas bien pudo armar su propio cable diplomático ultrasecreto.
Prototipo del nuevo sistema de comunicaciones secretas de Estados Unidos para evitar filtraciones.
El otrora sistema de información secreta de la diplomacia norteamericana, los añorados tiempos de desentrañar la Enigma, están muy lejos. ¿y luego por qué la ira norteamericana con Julian Paul Assange?El problema de wikileaks no es que lo que descubrió. El problema es el acto de haberlo descubierto. Aquellos míticos y audaces embajadores gringos como Henrri Lane Wilson, Eugene Thompson o Reuben Clark, llenos de intriga, misterio e información, se convirtieron en socialitès jubilados que los domingos por la tarde recortan notas del periódico. Y los periódicos están hechos por periodistas cuyas fuentes son con frecuencia agencias que citan portales de Internet que a su vez citan Wikipedia que cita al primer periódico. El imperio global que todo lo sabía y hacía temblar a todos, porque lo que sabía lo sabía de todos, resulta que no lo sabía. Al igual que Dorothy y sus amigos, gobiernos, oposiciones, subversiones y filiaciones varias temblaban frente a los rayos y estruendos del mago. Luego llegó Totó y jaló la cortina. Totó Assange. Una fracción del poder nortamericano se basaba en la suposición de que detentaba información secreta, en la incertidumbre de imaginar lo que conocía de los otros. Por supuesto que la verdadera fuerza de espionaje de Estados Unidos está en otro lado, pero da igual, muchos tiemblan menos. Estados unidos es un poquito menos poderoso por lo que ahora todos sí sabemos de él. El mago es el mismo, pero ya todos lo vimos tras la cortina.
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