Las primaveras de mi infancia trascurrían entre chuales, chiles majados y sobre todo capirotada. Como todo en casa, era por un lado muy mexicano y por otro muy distinto a lo que vivía en la escuela y el vecindario. En todo momento tenía que dar explicaciones sobre qué los chuales no son esquites, los chiles majados no son un tipo de albur y la capirotada nada tenía que ver con ese pan remojado de las fondas. También era raro a los demás que fuéramos toda la Semana Santa a la iglesia pero no la pasáramos dándonos de latigazos reales o emocionales.
En el mundo protestante la iglesia es un lugar de importante socialización, así por ejemplo los Viernes Santos tras el servicio de las siete palabras seguía una comida que derivaba en fiesta hasta el atardecer. Domingo de Resurrección era igual a desayunar con tamales y jugar durante horas. Así pues, la familia estaba a la mitad de todo como casi siempre. Obvio no éramos los únicos diferentes. El barrio, la ciudad y el país entero está formado por diferentes pero el mito de lo mexicano homogéneo y pasteurizado hace que lo neguemos y con ello a nosotros mismos. Pero lo más raro de Semana Santa para mi no eran las autoflagelaciones católicas, sino el desconcertante cambio de fecha de las vacaciones y la capirotada.
¿Y la Pascua? La Pascua es una fecha lunar y poco tiene que ver con todo esto.
Por eso es un lío y por eso se mueve de fecha. La Luna tiene un ciclo alrededor de la Tierra de 29.53059 días lo que significa que no hay forma de embonar un número fijo de plenilunios en un año solar pues equivale a 354. 36709 días que es la duración del año lunar. Para que medio encajen las doce Lunas con los doce meses se inventaron meses lunares de 29 y 30 días, logrando 354 días exactos. Claro que faltan once días para embonar con el calendario solar, así que se concibieron ciclos de 19 años lunares siete de los cuales llevan mes lunar extra. Por eso las fiestas judías (de calendario lunar) se van retrasando con el calendario gregoriano, hasta que cae un año con mes extra y se adelantan. El calendario lunar islámico no tiene este mes bisiesto y siempre va hacia atrás con respecto a nuestro calendario, como el Ramadán. Así que los niños musulmanes se han de reír de Santa Clos que siempre va hacia adelante. La Pascua se enreda aún más porque mezcla elementos lunares y solares. Cae el domingo siguiente a la primera Luna llena (elemento lunar) luego del equinoccio de primavera (componente solar). ¿Pero qué rayos es la Pascua que nos ha metido en tantas trabas?
Conejito de Pascua luego de leer este blog y no poder calcular la Pascua de 2023, año del conejo
Los judíos son un pueblo raro porque la Pascua celebra la salida de Egipto donde vivían con agua, comida, semana inglesa y prestaciones de ley para terminar dando vueltas en el desierto, sin agua, sin jabón y sin lubricante vaginal. Se llama libertad y vale más que el oro del faraón. Jesús mismo cuando se estaba echando un vinito con sus cuates en vacaciones de Semana Santa, no lo hacia solo pa avisar que los romanos ya se iban a poner bien punks, también estaba conmemorando la libertad que tan mermada lucía en esos tiempos tan tan parecidos a hoy.
Por eso la insistencia en los textos judiós, cristianos y en general de todo occidente sobre el trato a los extranjeros. Por que todos fuimos extranjeros, todos somos extranjeros y migrantes. Esto mismo vuelve más tenebrosas a las noticias de Semana Santa sobre las fosas en Tamaulipas, llenas de migrantes cruzando el desierto en busca de la libertad (la miseria por definición, al igual que la opulencia, son contrarias a la libertad). Esto mismo vuelve más siniestro el leer en estos días en Facebook el comentario de un chavito de la “izquierda progresista” llamando mierda mal nacida a otro porque no es mexicano. Cuando en realidad somos un país formado por migrantes, diferentes y extranjeros. Cuando en realidad únicamente existimos por el otro en el que nos reconocemos y nos diferenciamos. A fin de cuentas Dios, francamente no hizo un Universo muy parejito, ni en los calendarios ni en sus habitantes.
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“Mi padre era un arameo errante. Bajó a Egipto y se estableció allí como extranjero con poca gente; allí llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros antepasados, y el Señor escuchó nuestra voz y vio nuestra miseria, nuestra angustia y nuestra opresión.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo poderoso en medio de gran temor, señales y prodigios; nos condujo a este lugar y nos dio esta tierra, que mana leche y miel. Por eso traigo los primeros frutos de esta tierra que el Señor me ha dado”. Deuteronomio 26, 4-10
Cuánta sabiduría encerrada en una sola frase: "Todos somos migrantes", somos peregrinos del Absoluto en busca de nuestra propia libertad y felicidad. Cuánto se tiene que pasar para conquistarla. Un fuerte abrazo. Víctor Hugo.
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