Cuando me enteré de esta pobre mujer, acusada solo por unos
testigos que juraban reconocerla, lejos de su tierra, sin hablar bien la lengua
local, encerrada por años, no pude más que celebrar que la Suprema Corte de Justicia
la dejara libre.
A ella,
Jacinta, y también a Alberta, su compañera igualmente acusada y encerrada en
las mismas abominables circunstancias en una cárcel queretana. Eso fue hace
unos años. Cuando visitaba Acteal en Chiapas a fines del siglo pasado, la gente
de Las Abejas me decía que los encarcelados por la matanza no eran los
verdaderos asesinos, que estos andaban libres y orondos por todos los Altos de
Chiapas; por ello también me alegré cuando la Suprema Corte los excarceló
desestimando a todos los testigos que ni estaba en el momento y lugar de los
hechos. Lo mismo cuando liberaron a los detenidos del 1 de diciembre pasado
arrestados en flagrancia a kilómetros de los actos que les imputaban.
Y es que la práctica de fabricación de culpables es tan
vieja en el sistema policial y judicial mexicano que hasta chistes hay. El
conejo todo tehuacaneado que confiesa ser un elefante en el concurso mundial de
policía para darle el triunfo a un judicial mexicano da buena fe de ello. A lo
mejor el conejo era bien transa, malandro y difamador. Pero definitivamente, no
era un elefante. Lo mismo ha pasado con Florence Cassez. Desde que en 2005 fue
capturada ilegalmente, en una carretera, retenida y colocada en un escenario
para ser exhibida y luego sentenciada consecuencia de testigos que nunca la
vieron, es irrelevante si Florence Cassez es culpable de lo que se le acusó.
Las pruebas en su contra, las pruebas de peso, eran el
reconocimiento de la voz, el que uno de los testigos la reconoció (después de
verla en la tele) y que un vendedor de fruta la veía pasar. ¿Qué tan fiel es un
testigo? No mucho. En buena medida porque tanto la vista como la memoria son
amantes bastante desleales. Este dicho tampoco es el hilo negro, ya en el
Antiguo Testamento se dice que en caso de acusación se requiere más de un
testigo. ¿Por qué? por que la memoria es fácilmente manipulable. Los
experimentos al respecto y las evidencias son amplias . Y a veces ni con hartos
testigos. Para muestra el pobre Adolf Beck. Mientras Don Porfirio miraba el
desfile del 16 de septiembre en 1895, al otro lado del Atlántico Adolf Beck
caminaba por Londres cuando una mujer lo reconoció como quien la estafara y
robara sus joyas. Beck terminó en la comisaría, fue llevado a juicio y
reconocido por 22 víctimas, algunas esquilmadas nueve años atrás. “Lo
reconocería entre mil”- dijo una. Siete años le dieron, los mismos que Florence
Cassez estuvo en prisión. Salió un poco antes por buena conducta (Beck, no
Cassez), sin un quinto, avejentado y sin honra, solo para que alguien lo reconociera
de nuevo. Por fortuna alguien reconoció al verdadero estafador y Beck salió
libre. El gobierno de su majestad le pagó en compensación el equivalente a medio millón de dólares
actuales. Espero que García Luna no esté en el Buró de Crédito.
La memoria falla y más para reconocer a alguien. Hace unos años la BBC documentó varios
de los experimentos diseñados para ver qué tan maleable resultaba nuestro
pasado. Ante fotos antiguas (falsas, obviamente) los sujetos estudiados
recordaban hasta la humedad relativa de ese día que nunca vivieron.
Y en el caso de Florence Cassez además nadie tuvo el detalle
de avisar a su país, al igual que
a muchos mexicanos sentenciados en EU. ¿Por qué con ella no nos desgarramos la
vestimenta en el más puro dramatismo judío? Porque parece que es culpable; es más hasta algunos lo
afirman, como Ferriz de Con y Fernanda Familiar. Aunque no lo prueban. Que
porque era la novia del secuestrador ¿Desde cuándo eso es un delito? Martha Debayle es sobrina del dictador nicaragüense Somoza.
¿Qué le hacemos? Angélica Rivera está casada con … bueno olviden este ejemplo. Que
cada quien cargue sus pecados y responda a sus actos. La misma Familiar
(confieso que la escuché esta mañana (ayer)) se preguntaba ¿por qué darles
derechos humanos a los delincuentes? Según ella deberían dejar de tenerlos. Me
pregunto si se puede perder la humanidad.
Los derechos humanos solo son para los humanos, no para las
ratas. ¿De verdad ya todos somos Montiel? Y bueno, al parecer los derechos
humanos tampoco eran para los tlaxcaltecas cuando estaban a punto de ser
sacrificados por los aztecas. Una vez capturados se les denominaba de otra
manera, se les deshumanizaba. Me recuerda cuando en el gobierno de López
Obrador en el DF las inundaciones de 2 metros de tiro comenzaron a ser llamadas
encharcamientos atípicos. Lo que se nombra adquiere identidad, y a lo que se le
cambia de nombre… La manera en que los asesinos y secuestradores se refieren a
sus víctimas es como objetos, cosas o animales, pero no como personas; no como
humanos. El problema con estos excesos lingüísticos de los relativistas
posmodernos es que sin importar la denominación, sus autos siguen quedando bajo
el agua cada temporada de lluvias. Igual con los humanos, sean secuestradores o
no, Humanum est. Los derechos de las
víctimas, son los mismos de Florence Cassez. Si algo ha aportado la
civilización occidental ha sido la
noción de igualdad fundamental de todos los seres humanos y con ella de la de
justicia.
Fernanda Familiar se preguntaba, por qué perdonar a un
delincuente por un mal
procedimiento. Porque ese acusado puede ser cualquiera. Para evitar que alguien
le grite a usted, justiciero lector, ladrón y termine lapidado sin más ni más. Anular
los malos procesos garantiza que nadie destruya a Fernanda Familiar, ni a sus hijos ni a usted presunto lector,
solo para aumentar el rating. Contrapesa el poder de las autoridades. Debemos
construir instituciones sólidas que garanticen a todos el mejor procedimiento
judicial posible sin importar de quién se trate. En ello, el talentoso Niall
Ferguson, asegura que radica uno de los pilares de occidente. Por ello, la
reforma de nuestro sistema judicial debe ser una prioridad. Y hacernos, como
decía Chesterton en 1904, de los mejores jueces, no los más caros; porque los
más costosos se irán con quien pague más y no con la ley. La ira pública e
institucional, no debe enfocarse en la Corte en este caso, sino en el émulo de
Pancho Villa aquel que, como en este caso, recreaba sus batallas en el desierto
para solaz de las cámaras.
Pese a todo hoy ha sido un buen día para el país. La
liberación de Florence Cassez es un respiro de civilización republicana en
medio de la barbarie judicial que representa el narco, la incapacidad policial,
el desdén y las ganas de venganza.
Tristemente para mi, pero tal vez de regocijo para algunos, también empezaron
los muertos por los comités de autodefensa en Guerrero. No se preocupen,
alguien dijo que el muerto era culpable.
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