Para Marcia, solidaria y fraternalmente
En septiembre de 1978 buena parte de la pequeña sala de mi casa estaba cubierta de pliegos de papel caple, que le causaban poca gracia al puritano sentido de orden que mis padres profesaban. Y más aún porque durante varios días estuve bocabajo en el suelo, agregando detalles a la imagen que estaba copiando de una revista. Era una imagen de Salvador Allende, que tiempo más tarde, un poco de papada extra y un tanto de estrabismo justificable como interpretación artística de la refracción de los lentes, fue colocada en el periódico mural de la escuela. Desde entonces Allende, Chile y el exilio chileno, de forma inexplicable, han aparecido insistentemente en mi vida y han echado raíces en mi alma. Un gran amigo, un contrario miserable, varios estupendos compañeros y cuates, una mujer a la que amé, otra a la que no (pero qué bien la pasé), la biografía de Neruda en mi pubertad y moderadas cantidades de tinto, son parte de la presencia de Chile en el camino que he recorrido hasta hoy.
Chile, un país al que quiero sin haberlo pisado, yace hoy lastimado por la Tierra misma. Pero a pesar de lo aparatoso del 8.8 grados Richter, este terremoto no ha sido ni el primero, ni el más grave. A las 11.30 de la mañana del 20 de febrero de 1835 un terremoto de cerca de 3 minutos de duración destruyó buena parte de Valdivia y Concepción, exactamente donde ahora se repite, teniendo como testigos a Simón Rodríguez (naturalista venezolano y mentor de Simón Bolivar) y al mismo Charles Darwin. De su intensidad no sabemos nada. De la del terremoto; de Charles sabemos era un hombre bastante poco dado a los excesos. Y es que los registros de magnitud para temblores se iniciaron hasta 1900. Días más tarde Darwin se trasladó a Concepción donde observó la elevación de más de un metro en banquetas y caminos, lo que, junto con un viaje a los Andes le llevó de inmediato a recordar las propuestas de Charles Lyell acerca de la gradual, tenue y constante elevación de las cordilleras. De hecho esta elevación fue la causa de que la desembocadura del Amazonas pasara del Océano Pacífico al Atlántico. Y es que la costa chilena se encuentra precisamente en una de las orillas del Anillo de Fuego, específicamente donde la Placa de Nazca se hunde bajo la Placa Sudamericana. Durante millones de años las placas continentales se han desplazado, chocado y fracturado de la misma manera en que lo hace una capa de nata cuando se hierve leche. El movimiento de convección de la leche mueve y fractura la costra de nata igual que la convección del interior fundido de la Tierra lo hace con la costra que es la corteza terrestre. Lo cual, dicho sea de paso, desacredita la opinión de Rosario Robles (aún más), quien recién declarara que la Tierra se está vengando a base de sacudidas de lo que la hemos lastimado. De hecho desde 1915 en que Alfred Wegeger propusiera su teoría de la Téctónica de Placas se tiene claro cuales son los puntos de mayor incidencia de temblores, la causa de los mismos y la imposibilidad de predecir con exactitud su aparición e intensidad. Por ello aún sabiéndola zona sísmica, no dejó de sorprender que de nuevo en Valdivia se presentara un terremoto de 9.5 grados Richter en 1960 el registro de mayor magnitud que se haya hecho hasta le momento.
Y si su espíritu inquisitivo y bolivariano le hace pensar que el Imperio del Mal anda jugando con artefactos telúricos y belicosos, sólo recuerde que un temblor de 6 grados Richter equivale a la energía desatada por una explosión nuclear como la de Hiroshima. Uno de 7.2, como el de Haití, 900 veces más energía y el reciente terremoto chileno 500 veces la energía liberada en el de Haití!! Detonar medio millón de bombas nucleares sería difícil de esconder, aún por la CIA.
Por fortuna el epicentro de este último caso chileno estuvo a poco más de 90 Km de Concepción, insuficiente, pero francamente anhelado por los haitianos que lo vivieron en el epicentro mismo. Y no es que estuvieran sobre el epicentro, como repiten sin cesar reporteros por doquier; Puerto Príncipe era el epicentro, es decir el punto en la superficie exactamente arriba de donde se produce el movimiento de la placa. En estas circunstancias es imposible escapar. En Chile, por el contrario la lejanía con el epicentro dio unos segundo para reaccionar y suficientes minutos antes de la llegada del tsunami a las costas. En caso de que usted lector, lectora sea un bombón asesino, tenga en cuenta que un tsunami no es algún tipo de comida oriental. Se trata de la ola marina que se forma tras un terremoto y se desplaza tras las ondas telúricas que llegan antes, dada la mayor densidad del subsuelo respecto del mar. A mayor densidad, más velocidad de movimiento. Tristemente la alerta de tsunami no se dio a tiempo y la situación se complicó bastante más de los debido, ya de por si difícil.
Los daños son ingentes, las vidas demasiadas, pero seguro los chilenos, como lo han hecho siempre, crecerán un poco más con este terremoto, al igual que los Andes que los arropan.
4 comments:
Entonces a los chilenos no les llegó un surimi???? No es cierto amigo, espero no hartarte por comentar casi cada cosa que escribes pero la verdad es que aunque se trate de una tragedia siempre lo haces con ese estilo único que aparte de reflexionar, provoca enamorarse un poco más de tu escritura. Gracias!!!! Beso!
Gracias por tu texto.
Felipe
Excelente! gracias.
This was greeat to read
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