Wednesday, January 21, 2009

Obama

Es cierto, no nos va a regresar California, pero aún así me parece muy aleccionador y me hace bastante feliz ver a Obama llegar y a Bush salir. Y hay muchas razones, pero solo mencionaré unas cuantas. Cuando Obama dijo que a su padre 60 años antes ni siquiera le hubieran servido un café en un restaurantito y ahora él estaba juramentando como presidente, describía algo inimaginable en el México de hoy. Si el padre de Obama hubiera venido a venido a la UNAM o la Nicolaíta y se hubiera ligado a una mexicana descendiente de chinos o de españoles, además de méndigo negro (no digo pinche porque este es un blog familiar) seguiríamos diciendo que era extranjero. Ikram Antaki siempre contaba con una mezcla de humor y resignación ante la veracidad, cómo era que su padre invariablemente le recriminara que se hubiera hecho ciudadana de un país en el que jamás tendría la oportunidad de llegar a la presidencia, siendo, precisamente ciudadana. Aunque en Oaxaca con ser mujer es suficiente. Y si no me creen pregúntenle a algunos futbolistas que esgrimen tesis como que los naturalizados quitan lugares a los mexicanos, lindo argumento usado por los nazis, los wasp gringos, los ultras españoles y …Gerardo Torrado tronco defensa de la selección mexicana (nieto de españoles). Aunque por su parte otro seleccionado, Pavel Pardo, tiene razón en decir que si no se quieren naturalizados hay que cambiar las cosas, que las fuerzas básicas, que el sistema de competencia, que si el fogueo de jóvenes… Si, pero el meollo del asunto también está en que los naturalizados son mexicanos, no son extranjeros. No debería haber polémica. En fin, que ya habría que discutir también que tan patriota es abrazar una nacionalidad por decisión propia o por la mera chiripa genealógica.

Y de que el Atlante le pichicateó el aplauso al Toluca como reconocimiento por ser el campeón del torneo pasado, ya ni hablamos mucho, porque la verdad es que cómo nos cuesta reconocer al que gana, siempre le vamos al que pierde y desconfiamos del que triunfa. Es cierto, en ocasiones con mucha razón esto último, pero la verdad es que ya basta, aprendamos a aplaudirle al que trasciende su realidad honestamente, sobre todo en un sistema que se empeña en evitarlo con singular alegría. Recuerdo que en algún punto de mi infancia me indignaban lo extranjeros, en la selección y en donde fuera. Luego crecí un poco y me di cuenta de lo absurdo de esa impronta que el discurso oficial de la escuela sobre la raza cósmica me había dado. Afortunadamente mi formación familiar, juarista y protestante, resarció el daño. Así que me encantó la ceremonia con ese estilo que me recordó al Pastor Rolando Zapata y al pastor Abner Alanís con esas evocaciones a la igualdad, a sobreponerse a todo, a la constancia (que tanta falta me ha hecho con esta tesis de maestría) y a devolverle el lugar a la ciencia. No lo pierdan de vista.

De este lado del río se hubiera torturado eternamente sobre por qué le iba mal mientras prendía una veladora a San Juditas. En este escenario, nuestro Obama hipotético de petatiux vendería CDs piratas y le dirían el negro. O el chino. No le negarían un café, pero le hubieran dado de zapes en la secundaria.

Así que bienvenido este ejemplo tan cerquita de nosotros. Más de lo que pensamos. Y no sólo no nos va devolver California, lo más probable es que ni nos pele en el mejor de los casos, pero no dejemos de tener en cuenta la importancia de lo que pasó hoy. La población negra es sólo del 10% de la población total en Estados Unidos, lo relevante es que de una minoría excluida emergió este presidente. Por el contrario en Sudáfrica se trataba de una enorme mayoría controlada por una minoría encumbrada. Algo similar ha ocurrido en Bolivia y en Perú. Así que lo importante, lo histórico, ocurrió hoy, sin importar lo muy poco que de seguro logrará durante su gestión, no perdamos la dimensión. Necesitamos muchos Obamas propios, de origen indígena, mulato, chino, gringo, catalán, libanés, argentino. Porque todas estas minorías negadas, forman México. Que lleguen a la selección, a las chivas, a la presidencia.

Así que lo de menos será California, perdida en una guerra que pudimos ganar pero nos daba envidia dar el pase a gol. Y pensándolo bien, considerando a Arnold, a los seguidores de Carlos Castaneda, a Disneylandia, los incendios, la mara salvatrucha y Joligud, ya mejor que se la queden.

¿Por cierto, qué rayos estaba haciendo Calderón en Tuzantla Michoacán en lugar de estar en Washington D.C? Los michoacanos necesitaban más que hubiera estado en la celebración gringa, ganando apoyos, simpatías, liderazgo. Miren que hay un chorro de puerépechas del otro lado. Donde se les ocurra regresárnoslos en bola, habrá que prender hartas veladoras.