Tuesday, May 08, 2007

Tunick !

Para Mel, por tu ausencia

Me gustaría saber si Ana González estuvo ayer en el Zócalo. Quienes me conocen quizá piensen que me refiero a una muy apreciada amiga y compañera de estudios de licenciatura, pero no, me refiero a la chica que desencadenó al desnudarse en pleno reven setentero una andanada de indignaciones de muchas buenas y oscuras (como sotanas) conciencias de la época. Para quienes consideran que este país en realidad no ha cambiado, ayer pudieron ver cerca de veinte mil argumentos de que no, no somos los mismos. Es cierto que los cambios han sido desiguales, que algunos añoran la cohesión del poder que evitaba tanto relajo y tanta sangre, que el PAN con frecuencia insiste en mostrarse como una mezcla de templario con inquisidor y el PRD se esfuerza incansable en demostrarnos que puede ser peor que el peor de los PRIs y que nomás llegando a las torres de Satélite te miran feo cuando dices que eres soltero y tienes más de treinta. Pero aún así, se ha cambiado y este cambio ha sido para bien. Si la encuerada de Avándaro fue reconocida por su nombre se debe a su singularidad y la trasgresión que representó. Se trataba de una chava desnuda entre miles de vestidos. Ayer las que se veían rete raritas eran las del staff que andaban vestidas, y por lo mismo el chifladero y las miradas del respetable (es un decir) sector masculino hacían blanco en ellas, miles de veces más que en la despampanante morena desnuda de al lado. La etapa inicial de Tunick con sus fotos a la carrera porque cada instante las sirenas se dejaban sentir más cerca (gracias al efecto doppler) para arrestar al artista y sus encuerados, era igual de trasgresora que nuestra amiga de Avándaro. Supongo que Tunick ya había resignado su alma a que en esta etapa de su carrera podía olvidarse del valor trasgresor y de reivindicación de su obra y de la hechura de la misma, y se estaba concentrando en buscar patrocinador. Red bull o absolut no estarían mal. Hasta ayer por la noche. México, la ciudad que le da nombre a este país le ha regalado a Tunick mucho más que un record de participación, le ha devuelto parte de la vida, de la ira, de la gallardía que todo artista anhela en su obra. Sobre todo cuando al repetirse, comienza a tener visos de decadencia. Ahora hasta los polis lo cuidaban y pedían credencial a todo aspirante a full monty.. Pero el Zócalo de ayer, absurdo hasta en el nombre, estaba muy lejos de ser decadente; fue todo menos degradación, todo menos condescendiente con el fotógrafo, pero sobre todo lo que sí fue, fue chilango. Si bien algunos, entre los que me encuentro, tuvimos el mal gusto de llegar a tiempo renegando de la media hora de tolerancia que para el mexicano (sobre todo chilango) es una tradición que se guarda celosamente, no faltaron a los que se les ocurrió a media parranda caerle al zocalito pa encuararse, sin registro ni nada, y una hora tarde, pa posar para quien sabe qué. Además que es eso de registrarse pa encuerarse, dónde se ha visto semejante cosa. Después de formarse en una fila que llegó hasta eje central, finalmente pasamos (digo pasamos pues aunque a la mera hora fui solo –sniff- dos horas de formación hace inevitable que hagas cuates como de toda la vida. En este punto si debo manifestar mi profunda decepción y molestia con el gremio de los ambulantes, pues cuando anunciaron los altavoces que las formas de registro se habían acabado no apareció nadie que ofreciera una versión alternativa de a pesito. Hago extensiva mi queja a los de bonice a quienes me he encontrado hasta en algunas reservas ecológicas. Así las cosas, mi bolita (me refiero a mi grupo de neocuates) conformada por seis sujetos, incluida una chava esposa de un tipo simpatiquísimo, llegamos a nuestra zona asignada donde cabeceamos un rato hasta que de repente, Tunick nos habló como la voz en off del hospital veterinario de los mupets. El pobre intérprete trataba de darle algo sentido a las frases del neoyorquino que se pasó diez minutos con cosas bien esclarecedoras como, this is a very important moment, o this moment is very important. ¿Se han fijado que los artistas conceptuales regularmente manejan muy pocos conceptos? Final y literalmente a la cuenta de tres empezó la desvestida simultanea. La esposa de mi cuate titubeó un poco pero 10 segundos después encuerados, dispersados y confundidos en la masa de bronce nos abalanzamos sobre la plancha central de la plaza. Cada uno en un cuadrito del piso comenzó a titiritar por el frío al que muy rápido nos acostumbramos. Mientras nos acomodábamos y reacomodábamos en los cuadritos, pensaba en el error que había tenido al imaginar lo terrible de vivir en este valle en una época donde la moda era un taparrabos y una simple túnica de algodón. Pero mi ñoñez se disipó cuando la friolenta asistencia se puso a hacer la ola para desconcierto de artista y staff que tenían cara de no entiendo nada. Y no había nada que entender, éramos un grupo de chilangos echando desmadre. En realidad, si lo piensan es casi bíblico, pues ahí donde dos o tres (defeños) estén reunidos ahí estará. En la versión original se refiere al amor de Dios pero en esta, bueno de alguna manera también, solo que en forma de relajo, chorcha y pachanga. Y si lo vuelven a pensar el relajo chilango es en esencia bastante ñono y niño. Así que después de la ola vinieron los bonitos comentarios de –miren al pajarito, con su respuesta de – no, no, mejor miren a la cámara, y las risas pueriles que iban y venían. La poesía popular no podía faltar con hermosos versos como –Norberto, Rivera, el pueblo se te encuera. Aunque también tenía sus fans que coreaban Nooorby, Noorby, como esperando que se asomara y corriera por el atrio para unirse al festejo o ya de perdida aventara un poco de agua bendita desde una de las torres. Sin embargo la masa se indignó y mostró incredulidad y resistencia a la orden de saludar a la bandera, como recordatorio para los que piensan que nuestros símbolos se han desgastado. Pero al fin y al cabo pueriles en la celebración, al caminar de nuevo en bola (masivamente quiero decir) para otra toma sobre 20 de Noviembre el sentimiento de marchista surgió con consignas del voto por voto casilla por casilla, que dado el contexto hasta los antipejes ya coreaban, y que sin embargo se fue refinado cuando el casilla por casilla fue cambiando poco a poco por canica por canica. Casi en la esquina de Venustiano Carranza una espigada chica a mi lado se quejaba de haber quedado tan lejos de la cámara pues nunca se iba a encontrar cuando se buscara en la foto, a lo que su bajito acompañante respondía que una pelirroja seguramente sería fácil de identificar en la imagen. Aunque todos sabíamos que en realidad, no era pelirroja. Tal vez por la sensación de igualdad que da la falta de atuendo, no encontré a nadie conocido hasta terminado todo, donde reconocí y saludé, ya vestidos, a compañeros de generación, exalumnos, amigos y demás gente. Al menos no se hizo realidad mi temor de encontrarme alumnos actuales que después me chantajearan para conseguir algunos puntitos extra. Si bien predominaron los jóvenes, más o menos clasemedieros y algunos pumas (con todo y goyas) la mezcla social era evidente. Respetuosamente evidente, ni decadente, ni vulgar, ni agresiva. Una joven con un embarazo de ocho meses que lucía hermosa, un hombre con secuela de polio y un muchacho con enanismo se veían tan normales en la desnudez, tan iguales y tan humanos como de hecho lo son. Hoy cuando los extremos de los distintos dogmatismos insisten en quitarnos esta ciudad, la chinlangada común y corriente mandó un mensaje. La ciudad no es de las sotanas ni de los machetes, ni de los azules ni los amarillos o tricolores. La ciudad es nuestra y tiene futuro, a pesar de ellos. Ayer no fue un día fácil para Spencer Tunick, pero tiene tanto que agradecernos como nosotros a él. Ayer Tunick volvió a ser Tunick y se alejó de las tazas de 250 pesos con la imagen impresa del Che Guevara que venden en el Palacio; pero también, la Ciudad volvió a ser nuestra.

Sant Jordi

Se dice que sant jordi (o séase san jorge) pasó por un pequeño reino o algo así, donde un dragón había mantenido asolada a la población. Pues resulta que el reptil de marras (porque asumimos que era un reptil) pedía a una doncella cada mes como sacrificio (muy sacrificado él) para mantener a salvo al resto de la población. Y como en la comarca comunistas no eran, las hijas de los ricos y príncipes estaban hasta atrás en la lista. Sin embargo ante la popularidad de los reves con bebidas de dudoso etiquetado y efectos instantáneos, las doncellas eran menos a cada mes y las mozas hijas de los nobles empezaron a ser enviadas ante el antidiluviano y horrendo ser. De esta manera y ante la escasez de doncellas le toca el turno a la hija del rey quien antes que dejar la doncellez prefirió irse con el lagartón. Suponemos aquí que los príncipes han de haber sido unos partidazos donde un tipo con aliento a azufre y pinta de líder sindical minero (afiliado a la CNOP) resulta mejor opción que dejar la virtud femenina en el pasado. Así que pese a las súplicas de su padre quien antes que dejar la chamba prefirió dejar la paternidad, la bella joven (eso esperamos) fue presentada al escamoso y temible animal.


¿Y San Jorge? Ah pos San Jorge pasaba por ahí y cual agente de la AFI que sólo se mueve hasta que atacan a familias decentes, decidió defender a la princesita. Mal armado y ante una fuerza superior (otra vez igual que la AFI) luchó valientemente hasta acabar con el animalote cuya sangre se derramó en el árido suelo de su madriguera. De éste (del árido suelo de la madriguera) surgió una rosa roja que el valiente caballero ofreció a la aún doncella (aunque San Jorge se tardó un buen en llegar...). Ésta, conmovida le retribuyó el detallito obsequiándole a su vez un libro. Y aunque sigo sin entender cómo es que cuando te van a llevar a que te descuarticen y te prendan fuego te llevas un libro (a lo mejor porque la salas de espera son de güeva), éste es el origen de la hermosa tradición catalana del día del libro y las rosas, el día de San Jorge patrono de Cataluña, el 23 de abril. En esta fecha tradicionalmente los hombres regalan rosas y las mujeres libros, aunque afortunadamente y gracias a las quejas feministas, hoy en día todo mundo intercambia libros y las mujeres son llenadas de pétalos y polen. Y aunque generalmente cuando se trata de adoptar tradiciones ajenas a los mexicanos nos entra un nacionalismo casi nazi (aunque se nos olvida el día de Jalogüin), ésta es una que espero poco a poco pegue en México. Feliz día de Sant Jordi para todos!!

Monday, January 29, 2007

Apocalypto

Desconozco si Giles Healey aún vive, pero estoy seguro de que no hubiera compartido la mayor parte de las quejas hacia Apocalypto. En 1946 Healey recorría cámara en mano buena parte del sur de México (que envidia) cuando en medio de la selva se topó con lo que desde entonces conocemos como Bonampak. El nombre significa paredes pintadas y es como si los arqueólogos del futuro le llamaran graffiti al metro de Nueva York. Haciendo a un lado el éxtasis de creatividad del nombre, lo impresionante y descriptivo de las imágenes acerca de la vida de los mayas es lo más importante. En una de las paredes se observa la manera en que un grupo de guerreros incursiona en una aldea para tomar cautivos que servirán en los sacrificios. Así que la queja más recurrente acerca de la pieza de Mad Mel, me parece poco válida. De hecho toda la violencia, que es bastante, me parece perfectamente justificada por el argumento. Que si fueron grandes sabios los mayas, pos sí, igual los romanos, los griegos y los egipcios y todos mandaban al matadero a ingentes cantidades de gente. Llevar cristianos a los leones no les quitó una pizca de méritos civilizatorios en otros sentidos, más aún cuando después el cristianismo se desquitó con algunos réditos extra. Es más, creo que los mayas salen excelentemente librados en la pantalla, se ven fuertes, valientes, solidarios y profunda y glamorosamente decadentes. Y además hablan en maya. Así que no le piden nada a los romanos angloparlantes de Ben Hur y menos aún a Charlton Heston peluca de por medio como para convencernos de que Moisés pudo ser antepasado de Nicolás de Bari. En todo caso la indignación snob sobre cómo se ve lo mexicano de los mayas desde los ojos de un australiano antijudio (que no antisemita) parecerá broma para todo aquel que haya notado lo exótico que resulta el águila devorando la serpiente en el monumento a la patria de la avenida Montejo de Mérida. Como decía Salvador García Soto en su programa de radio, ningún egipcio la hizo de tos después de La Momia, vamos, ni siquiera después de La Momia Regresa. Ora que si solo los modernos mexicanos podemos hablar de la historia de este territorio, pos también que la bala perdida de Iñárritu y Arreaga hubiera sido disparada en el Bordo de Xochiaca o en el lago Pátzcuaro. En todo caso mis objeciones hacia Apocalypto son más en términos cinematográficos, en especial de producción, que nacionalistas. Para empezar se puede decir que es un festín de lugares comunes en una película de acción gringa. La más que vista gota de sangre que está apunto de delatar al héroe, que bien pudo ser de sudor de Tom Cruise colgado de un techo, no es más que el prefacio a la recurrente conversión del hombre común y silvestre que al ser perseguido y percibir el peligro hacia la familia se trasforma en el Charles Bronson de la selva que todos llevamos dentro. O en este caso más bien en Johny Rambo con salpicaditas de Arnold huyendo del depredador. Hasta la caída en el lodo y la trampa de caza hicieron presencia. Nomás faltó que explotara un helicóptero ruso por un flechazo. Ahora que si pensamos en un argumento afín a Gibson que se relacione con esta película inevitablemente nos debemos de referir a Mad Max, solo que esta familia del pasado americano fue más afortunada que la del futuro australiano. Aunque El Patriota igual le da vuelta a lo mismo. No obstante su mérito tiene rodar en la selva y en ese sentido hay que reconocer que algunas secuencias boscosas están muy bien logradas, sobretodo considerando el lugar de filmación. Pero para los que conocemos Nanciyaga, cerca de la reserva de los Tuxtlas, y contamos con más de treinta de edad, no podemos menos que imaginar a Garra de Jaguar dándole vueltas a tres arbolitos en un esfuerzo como el de Cachirulo para persuadirnos de que es un bosquesote el set de cinco metros por dos. Nanciyaga es un lugar, maravilloso, imponente y asombroso, cuya magia se incrementa por el hecho de que es apenas un poco mayor que un gran jardín; es tristemente un reducto de lo que fue la selva. A lo mejor por eso se les olvidó a los editores que entre la aldea y la ciudad se supone que recorrieron selvas, ríos, desfiladeros y el equivalente a una favela maya. O si no que nos explique Mel cómo si de ida tardaron dos o tres días (al menos pasaron una noche) de regreso se aventaron una carrerita en los últimos veinte minutos de la película. Se supone que esa persecución fue en tiempo real. De plano la edición no es el fuerte de esta pieza. Si no díganme cómo a punto de darse un beso en la boca resulta que el galán se recuesta en el regazo de la amada en un corte de edición digno de la Frambuesa de Oro. Otra pifia de edición es que ante la duda de enfrentar a una catarata o a los perseguidores, voltea y los mira corriendo hacia sí en medio del río (en cámara lenta); vuelve a voltear y…¡los ve salir del bosque!
Apocalypto es una pieza muy latinoamericana en el sentido de que pudo ser y no fue. Es una obra cinematográfica hecha con güeva, con flojera, sin la pasión de la Pasión. Si su anterior obra era viceral y atormentada hasta la exageración, Apocalypto representa la antitesis; es otra oportunidad desperdiciada de hacer una gran épica precolombina, esta vez de manos de un director que está claro, tiene mucho más talento y recursos que una pelea con un jaguar que, como notara la siempre lúcida y querida Diana Melissa, evoca al Tarzán sesentero que abrazaba un peluchote de león mientras rodaba por el suelo de una aldea africana del sur de California.

Thursday, January 11, 2007

y fue en un domingo

Sé que ya no está de moda y que quizá no sea un buen augurio para el inicio de año, pero deben comprender que se me atravesaron las vacaciones de diciembre, un capítulo de libro y unos ojos hermosos que mirar. Con todo y todo, imposible dejar pasarlo.

Hace ya varias semanas, el comentario de mi muy estimada Irama Nuñez a la muerte de Raúl Velasco fue emular lo dicho por toda televisa pero ahora con una carga de ironía acompañada de la sonoridad de su sonrisa: Es que unió a la familia. Por todos lados en los medios la referencia al recién difunto era que unió a la familia. Y tal vez, pero a la familia Azcarraga con la Alemán y con la O´farrell. Más allá de eso el desempeño profesional de Raúl Velasco representó para el país el inicio de la disolución de los lazos familiares en el sentido tradicional, y también de los no muy tradicionales. Hasta antes de la irrupción de los televisores en las salas de estar de las casas mexicanas, la función principal de estos espacios era la conversación, sobre todo los domingos. Se visitaba a los suegros, a los padres o los vecinos para ponerse altanto de la vida. La conversación es un acto civilizatorio tan importante que en esta dark age de hoy, solo unas cuantas culturas de alto grado de civilización, como las tribus del Amazonas o los bosquimanos, la siguen cultivando. A su vez conversar era uno de los factores que mantenían la cohesión de los habitantes de la casa, fuera una familia extendida, adoptiva, disfuncional, concubinal , consanguínea o asanguínea.

Al llegado de la señal, las salas se trasformaron en pequeñas ermitas familiares que en lugar de becerro de oro tenían un tubo de rayos catódicos en el altar. Así que el tan traído término de ídolo para designar a los imberbes y estultos personajes cuya voz hizo callar a todos esos concubinos adoptivos y disfuncionales que antes convivían, es bastante atinado. Desde entonces la convivencia se limita a sentarse uno junto al otro, como en el metro pero sin ir a ningún lado. De hecho algunas veces he mantenido mejores conversaciones en el metro que frente a la tele.

La familiaridad con que adoptamos a estos personajes que nos hablan desde el más allá de un estudio es tan grande, que alguna vez me topé en una reunión sobre educación con famosa locutora de la primera temporada de canal 40, a la que le hablé con tal confianza que se notaba que trataba de recordar de dónde me conocía. Claro que nunca lo lograría. De hecho yo me acordé que la conocía sólo por la tele hasta tres días después.

Si esta convivencia en general se ha transformado en coexistencia, en buena medida se le debe a don Raúl. Pero aún hay más, en serio. para ejemplo, en la periferia del Valle de México han existido desde antes de la fundación de Tenochtitlan una serie de poblaciones cuya identidad se veía bastante sólida hasta el inicio de las trasmisiones de Siempre en Domingo, donde cada semana cientos de familias de San Mateo, Santa Rosa, San Bartolo Ameyalco se confrontaban semanalmente con la imagen de un espejo que les insistía en que lo que eran, era terrible. Así San Bartolo, como gran parte del país, es hoy tan solo un interminable paisaje de concreto, donde la sonoridad del nauhatl desapareció y la belleza del castellano se extingue en medio de un bosque, ya no de pino-encino, sino de antenas de sky. Y todo inició en domingo, siempre en domingo.